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Fotografía enviada por Unión Romaní.
09/12/2013
Aquella mañana de Junio de 1990 se respiraba un aire diferente en Estrasburgo. Yo me atrevería a decir que incluso una luz especial iluminaba aquella tierra alsaciana que fue testigo de las guerras mundiales más sangrientas ocasionadas por hombres que creyéndose dioses condenaron al exterminio a quienes consideraron seres inferiores.
Nelson Mandela acababa de salir de la cárcel donde había permanecido durante 27 largos años. Su delito no fue otro que el de defender a su pueblo contra el racismo y el sufrimiento al que los blancos gobernantes de Sudáfrica habían sometido a la mayoría negra del país. El Parlamento Europeo había creado en 1988 el premio Sajarov y lo concedió al prisionero Nelson Mandela que, obviamente, no pudo acudir a recogerlo porque estaba en la cárcel de Robben Island. Fue el presidente del Parlamento, el español Enrique Barón, quien invitó a Mandela a acudir a Estrasburgo para que todos los Diputados pudiésemos rendirle el homenaje que tanto se merecía.
Había nerviosismo en la sede del Parlamento porque algunos diputados, especialmente los más significados racistas, no estaban conformes con esa visita. Se extremaron las medidas de seguridad en torno a la persona del invitado que siempre estuvo acompañado de las principales autoridades parlamentarias.
Desde aquí quiero agradecer al Presidente del Parlamento Europeo, Enrique Barón, que además es mi amigo, que me diera instrucciones precisas para que me situara en el lugar adecuado que le permitiera a él presentarme a Nelson Mandela y hacerle conocedor de nuestra lucha por defender la causa de la comunidad gitana. Efectivamente, unos metros antes de la entrada de nuestro ilustre invitado en el Salón de Plenos de la Cámara, el Presidente Barón me hizo un gesto para que me acercara y me presentó a Mandela con estas palabras:
--Señor Mandela le presento a Juan de Dios Ramírez-Heredia, que es Diputado español, el único que pertenece a la comunidad gitana y que tanto en el Parlamento español, al que antes pertenecía, como ahora aquí en el Parlamento Europeo, lucha contra el racismo que padece su gente y se esfuerza por defender los derechos humanos de su comunidad.
Mandela me obsequió con una sonrisa de simpatía y se interesó por la causa de la comunidad gitana que, sorprendentemente para mi, no le era desconocida. Finalmente, mientras me estrechaba la mano con una fuerza cálida que a mi me pareció como una bendición celestial, me dijo:
--Siga usted luchando por defender esos ideales porque al final la victoria le acompañará.
Hoy, al recordar al héroe, al Premio Nóbel de la Paz, a la figura que junto a Gandhi y Martín Luther King mejor encarna la difícil lucha contra el racismo, en estos momentos en que los racistas nos persiguen en Francia, en Italia y últimamente en el Reino Unido. Ahora que nos matan en Grecia, en Hungría, en Eslovaquia y en tantos otros lugares, las palabras de Madiba, ─título de honor que le otorgaron los ancianos de su comunidad─ representan el mejor estímulo en nuestros afanes por lograr una sociedad donde el racismo no tenga cabida.
Los gitanos de todo el mundo seguiremos su ejemplo porque, como él dijo con tanto acierto: “La mayor gloria no es caer, sino levantarse siempre”.
Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romani española
Vicepresidente de Unión Romani Internacional