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Cáritas
24/01/2021
El acompañamiento educativo a los menores y jóvenes que viven en hogares vulnerables y en situación de exclusión social es uno de los ejes prioritarios del trabajo desarrollado por Cáritas en el ámbito de la infancia, la adolescencia y la familia. A causa de la Covid-19, esta labor se enfrenta a los retos añadidos por una crisis que está sometiendo a una enorme presión a los sistemas educativos y, especialmente, al alumnado y al personal docente.
Este es el motivo por el que, ante la celebración, el 24 de enero, del Día Internacional de la Educació, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para concienciar a todo el planeta de la importancia de la educación para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, concretamente el Objetivo 4 establece una Educación de Calidad, Cáritas alerta sobre la desigualdad educativa que afecta a la infancia y la adolescencia más vulnerables.
La ausencia de una educación de calidad está en el origen de muchas desigualdades y, sobre todo, de la falta de oportunidades y de la pobreza. El valor imprescindible de la educación, que actúa generación tras generación como factor de transmisión de las situaciones de vulnerabilidad y exclusión social, hace que las posibilidades de estar en riesgo de pobreza disminuyan a medida que aumenta el nivel educativo de padres y madres.
Una educación de calidad y accesible es, además, el pilar sobre el que se construyen sociedades basadas en el espíritu crítico y el sentido cívico, principios que en estos momentos de crisis se han puesto sobre la mesa: el coronavirus está evidenciando hasta qué punto el sistema educativo está dañado y la necesidad de articular respuestas y cambios inmediatos.
Efectos en las familias acompañadas por Cáritas
Según los datos del Observatorio de la Realidad Social de Cáritas en 2020, en más del 60% de hogares atendidos por Cáritas, al menos un menor de edad tuvo dificultades para terminar el curso a causa de la pandemia y se vio afectado seriamente en su rendimiento escolar al no poder seguir el ritmo marcado por el centro de enseñanza. Otro 27% tuvo serias dificultades en el seguimiento escolar por falta de medios, con las consecuencias de que un 19% hayan tenido que repetir curso y un 2% abandonaran los estudios.
En este escenario, el acceso a la tecnología, o la denominada brecha tecnológica, es fundamental tanto para garantizar el acompañamiento escolar y curricular a distancia como para mantener a los alumnos conectados con el entorno educativo. Cáritas comprueba como a la desigualdad educativa se suma la brecha tecnológica, creada no sólo por la ausencia de dispositivos digitales y la consiguiente falta de acceso a internet, sino también por una falta de cultura y/o alfabetización tecnológica en los hogares.
Teniendo en cuenta que España tiene la peor tasa de abandono escolar entre los jóvenes de la Unión Europea y sus estudiantes están por debajo de la media de la OCDE en el informe PISA sobre excelencia académica en ciencias, las generaciones que tendrán que sacar al país de una nueva crisis se encuentran sin las herramientas adecuadas y la capacidad crítica necesaria para salir adelante. Esto afecta fundamentalmente al fracaso y al abandono escolar, sobre todo en el caso del alumnado más vulnerable.
Decálogo para una educación inclusiva y de calidad
Urge, por todo ello, construir una nueva realidad para una educación inclusiva y de calidad que rompa con las desigualdades educativas. Para ello, Cáritas apuesta por situar a la educación entre las principales prioridades sociales con la adopción de medidas estructurales y preventivas basadas en este decálogo de propuestas:
Acceso a actividades extraescolares gratuitas que garanticen el derecho de la infancia y adolescencia a la participación, al juego y a la igualdad de oportunidades de aprendizaje.