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15/01/2025
Estas alarmantes cifras, que se repiten cada año, deberían ser suficiente motivo para que se habilitaran vías legales y seguras, sin embargo, la implementación del Pacto Europeo de Migración y Asilo amenaza con imponer más obstáculos a las personas que se ven obligadas a huir de sus países.
Situaciones extremas de violencia, inseguridad y falta de expectativas vitales empujan a miles de personas a salir de sus lugares de origen con un único objetivo: encontrar un lugar en el que poder vivir dignamente.
Más de 3.363 personas murieron en su trayecto por mar hacia Europa en 2024 según Missing Migrants, plataforma de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que monitorea el número de personas migrantes desaparecidas y fallecidas en el mar. Una organización que reconoce que se trata solo de un mínimo estimado, ya que solo se registran oficialmente una de cada tres muertes. El 44 % de las muertes o desapariciones se produjeron en la travesía hacia costas españolas. España, una de las principales puertas de entrada a Europa vía marítima, se cobró la vida de al menos 1.474 personas, más de cuatro al día. Sin embargo, otras fuentes elevan considerablemente estas cifras, como Caminando Fronteras que apunta que más de 10.000 perdieron la vida el año pasado tratando de alcanzar costas españolas.
La mortal ruta atlántica hacia Canarias
Más del 70 % de las muertes en el camino hacia España tuvieron lugar en la ruta atlántica occidental hacia las islas Canarias, arrojando una pérdida de al menos 1.062 vidas.
Más allá de las circunstancias climatológicas, es necesario reparar en la precariedad en la que se producen los desplazamientos que, en su mayoría, se llevan a cabo en embarcaciones inestables, totalmente sobreocupadas y sin ningún tipo de medida de seguridad. Más de la mitad de las personas fallecidas lo hicieron al hundirse la embarcación en la que viajaban, mientras más de un 25 % de las muertes tuvieron que ver con condiciones meteorológicas adversas o falta de acceso a suministros básicos. A pesar de ser uno de los meses más cálidos del año y en el que las aguas podrían suponerse más calmadas, julio registró el pico máximo de muertes.
El peligroso mar Mediterráneo
La ruta mediterránea se ha consolidado como la más mortal del mundo, con más de 31.000 personas muertas o desaparecidas tan sólo en los últimos 10 años. Esta ruta tiene como principal destino los países de Grecia, Italia y España.
Durante 2024, al menos 412 personas fallecieron al intentar alcanzar España atravesando el mar Mediterráneo, incluyendo 29 mujeres y 8 niños o niñas. Más del 75 % de estas personas murieron ahogadas al hundirse la embarcación en la que viajaban. La mayor parte de las muertes documentadas se dieron en la primera mitad del año, registrándose una bajada notable a partir del mes de mayo.
La ilusión de cercanía juega un papel importante en la elección de esta ruta altamente peligrosa. La entrada a Ceuta y Melilla, o intentar alcanzar la Península desde su punto más cercano a Marruecos, a tan sólo 14 kilómetros de distancia, provoca la muerte de numerosas personas que también se lanzan a cruzar el mar a nado, aprovechando incluso momentos de temporal en los que parece que la falta de visibilidad jugará a su favor.
Orígenes cada vez más lejanos
El cierre de fronteras en Europa y la falta absoluta de vías legales y seguras para migrar provoca, de forma cada vez más notoria, que miles de personas se vean obligadas a recorrer travesías cada vez más largas y peligrosas. En 2024, se ha registrado la llegada a través del mar de personas procedentes de países tan lejanos como Bangladés, Pakistán o Yemen.
Numerosas personas narran el terror que supone navegar durante días e incluso semanas a la deriva, siendo testigos de la muerte de muchos de sus compañeros y compañeras de embarcación e incluso familiares, con una absoluta incertidumbre sobre si conseguirán sobrevivir o se verán abocadas a una muerte en el mar.
Impacto del nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo
La Unión Europea continúa su deriva hacia políticas de control y externalización de fronteras que durante años solo han provocado más muertes y sufrimiento en las rutas migratorias. Lamentablemente, el nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo amenaza con reforzar estas políticas fallidas, a costa de los derechos humanos y de las vidas de miles de personas que seguirán arriesgándolas ante la falta de alternativas legales y seguras.
Este Pacto, cuya entrada en vigor está prevista para verano de 2026, abre la puerta a vulneraciones de los derechos humanos de las personas que se ven obligadas a salir de sus países para proteger sus vidas y que, en muchos casos, cruzan el mar para lograrlo. Entre otras medidas, el Pacto implica el riesgo de vulneración del principio de no devolución debido a la aplicación de procedimientos acelerados en frontera y retornos en los que una evaluación individualizada y la identificación de situaciones de vulnerabilidad no están garantizadas. Asimismo, supone riesgos para derechos como la asistencia jurídica gratuita en todas las fases del procedimiento y un posible aumento de los supuestos de detención de las personas migrantes llegadas a costas.
Por eso, es más necesario que nunca, reclamar a los Estados miembro como España que se comprometan a implementar este Pacto de forma que garantice los derechos y las vidas de las personas migrantes y refugiadas, si no queremos que nuestro Mediterráneo y nuestro Atlántico se sigan convirtiendo en gigantescas fosas comunes.